miércoles, 21 de julio de 2010

Felipe y el etíope

Felipe y el etíope

Hch.8-26-40

Hch.8:30- "...Pero ¿entiendes lo que lees?"


31- "...¿Y cómo podré si alguno no me enseñare?

Un ángel del Señor habló a Felipe, un ángel del Señor le dijo: levántate y ve al desierto; y el hombre sin dudar ni preguntar se levanto y fue.El resultado, un alma, an alma hambrienta del Señor; un alma sedienta con inquietudes esperando una respuesta.

Y la encontró, la encontró porque alguién fue y la habló el mensaje de vida eterna en Cristo Jesús.No fue fácil.Felipe tenía que andar un desierto solo, en medio de una sangrienta y cruel persecución.Él pudo haber dicho que nó, pudo dudar, pudo decir lo hará más tarde; sin embargo obedeció al llamado de su Dios.

Y se encontraron ahí, él y el etiópe, un siervo del Altísimo frente a un funcionario de la reina de Etiopía.Se cruzaron las miradas, se emocionaron los corazones, Felipe, muy astuto, al ver que el hombre leía al profeta Isaías se apresuro a decirle: "¿Entiendes lo que lees?"

Se escuchó una respuesta, una simple respuesta bastó para romper el silencio y conmocionar al evangelista: "¿Y cómo podré si alguno no me enseñare?" Así, Felipe procedió a declararle las Escrituras partiendo del pasaje que habla del sacrificio expiatorio del Cordero.

Entonces avistaron unas aguas y ahí fue bautizado el humilde eunuco, no sin antes confesar: ¡creo que Jesucristo es el Hijo de Dios!Al instante Felipe fue arrebatado por el Espíritu Santo hasta Azoto; demostrando Dios que si él tiene poder para hacer esto, no será imposible arrebatar todo un pueblo hasta el Reino de los cielos.

Después de esto, Felipe siguió predicando las verdades del evangelio a las multitudes.¡Seamos como un Felipe para los demás!


Autor:Angel Luis González

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