La vida nos enseña que la única forma de conservar un don o talento es emplearlo en servicio al Altísimo y de nuestro prójimo. Pregúntate a ti mismo: ¿Cuál es ese don que el Señor te ha dado? ¿Cómo lo estás usando? ¿De qué manera lo has multiplicado? ¿En qué has confiado tu futuro?.
Que el Señor nos ayude a seguir multiplicando nuestros talentos y a valorar el que tenemos en favor de muchos que necesitan de ellos. Seamos siervos útiles del reino.
miércoles, 29 de diciembre de 2010
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