Era ya pasada las tres de la tarde, cuando el telediario ya termina, mi corazón se llenaba de angustia, cuando empecé a echar de menos a aquellos que se proclamaban mis hermanos, aquellos que se decían ser mis consiervos. Pero empecé a no entender ¿por que no venían a visitarme? ¿Por que no recibía sus llamadas de teléfono?, ¿Por que?, ¿por que?
Empecé a ser seducido por el sueño sin antes aparecer por mi mente el rostro de un hermano que precisamente no es de mi misión, de un hermano que no tenia ni debía aparecer para socorrerme, y ni tan siquiera se notaria su ausencia.
Mi sorpresa fue que desperté del sueño, y no quería salir de el, por que sabia que volvería a mi angustia y a mi sentir. A los tres minutos llaman al timbre, y aparece un rostro tímido, con temblor en su voz por ver si molestaba, me pedía disculpa por la hora que era y al ver mi pelo alborotado, noto que había estado dormido.
El me empezó a animar, a dar palabra de consuelo, de esperanza y me izo leer la Biblia. Los textos que ley sin buscar ninguno en cuestión fueron;
Isaías. 6:1-3. En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo.
2. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban.
3. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.
Ezequiel. 47: 13-14. Así ha dicho Jehová el Señor: Estos son los límites en que repartiréis la tierra por heredad entre las doce tribus de Israel. José tendrá dos partes.
14. Y la heredaréis así los unos como los otros; por ella alcé mi mano jurando que la había de dar a vuestros padres; por tanto, esta será la tierra de vuestra heredad.
El espíritu de Dios Altísimo me hablo enseguida en estos dos textos, y en seguida reconocí a quien tenia enfrente, no era un sacerdote vestido con sus largas túnicas, no era un levita el cual por heredad le pertenecía lo que era, era un Samaritano, era un hermano no gitano, que sanguineamente no tenia nada que ver con migo, pero espiritualmente demostró mucho mas que todos los que no se preocuparon por visitarme, que no se preocuparon en orar un rato con migo en la presencia de Dios.
Sucedido esto rápidamente después de estar los dos orando, le reconocí como el ángel enviado por El, y lo reconocí como siervo y administrador de su gracia. Pedí que me impusieras sus manos sobre mi y así lo izo, eso si, terminando fundiéndonos en un fraternal abrazo de hermano.
QUIERO DAR GRACIAS A EL ALTISIMO, POR TENER ENTRE SUS FILAS A HOMBRES DE FE, COMO ES NUESTRO HERMANO RAIMUNDO PASTOR DE LA IGLESIA DE SAN JUAN DEL PUERTO. EL CUAL EN MOMENTOS DE SOLEDAD LO TUVE A EL A MI LADO, SIENDO UN BUEN IMITADOR DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.
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