Un cazador por el campo iba, con su escopeta al hombro.
De momento se detuvo pues vio una banda de pájaros que se posaban en tierra.
Rápidamente se coloco su escopeta al hombro, y dirigió su cañón a la bandada.
Rozando con su dedo el gatillo de la escopeta, observo que entre tantos pajaros, uno de ellos destacaba por su colorido que entre tanto resaltaba.
El cazador se para por un momento, a dudar cuando nunca antes había dudado.
Le sorprendió que entre tanto pájaro hubiera uno tan hermoso y cesó en su empeño de disparar, cuando nunca ante lo había hecho, todo fue por no acabar con la vida de aquel pájaro tan bello.
Después de unos días casi por el mismo terreno el cazador, llevando su escopeta a hombre se posiciono al tiro, pues había una bandada de pájaros que decendia a tierra.
Rápidamente encañono a la bandada, apunto, observo a los pájaros y disparo.
Cuando llego a recoger sus pájaros los tomo uno a uno y se gozaba de tantos que habían caído, de momento se detuvo pues vio a un pájaro sucio, ennegrecido,…cuando lo toma en mano se da cuenta que este mismo pájaro es igual al de el otro día y se dedico a limpiar la suciedad incrustada en su plumaje, cuando termino vio su hermosura y el cazador se entristeció de su muerte.
La paradoja de esta historia es que la belleza del pájaro se perdió por la juntera de los otros pájaros que no eran de su especie y eso lo llevo a la muerte. ¡Ten cuidado con quien te ajunta no pierdas los colores, Dios te ha hecho diferente, para dar color de vida en este mundo, para que se recreen en tu hermosura dada por Dios, Santifícate, Dios te Ama!
Historia real contada Por: Antonio Fernández
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