lunes, 11 de abril de 2011

Religión y costumbres judías.


("Escucha, Israel, Adonay nuestro Dios, Adonay UNO es.")

Para un judío, el ritual religioso comienza casi con el nacimiento: a los ocho días el niño es circuncidado según el pacto establecido entre Ha-Shem (El Altisimo) y Abraham. A los trece años, el muchacho celebra en la sinagoga su Bar-Mitzbá, ceremonia por la que es admitido como miembro de la comunidad con sus derechos y obligaciones. Las niñas celebran una ceremonia a los doce años pero de carácter privado (Bat-Mitzbá).
Otra fiesta religiosa importante es sin duda el matrimonio, que consta de dos partes: el nissím o ceremonia y la Ketubá o contrato.

La sinagoga es el templo judío. Está situada hacia Oriente, hacia Jerusalén, la Ciudad Santa, y en ella tienen lugar las ceremonias religiosas. Las mujeres asisten a los oficios en una tribuna, separadas de los hombres. Aparte de las fiestas, el día sagrado es el sábado. En las ceremonias se lee la Torá y el oficio está dirigido por los rabinos ayudados por el cohen (sacerdote). La sinagoga no es sólo casa de oración, sino también centro de instrucción, ya que en ellas suelen funcionar las escuelas talmúdicas.

La comida judía sigue un complicado ritual basado en la observancia de la Ley. En la Torá (el pentateuco o cinco primeros libros) se especifica cuáles son los animales puros o impuros, los que no se deben comer, como la liebre o el cerdo. La prohibición de comer sangre obliga a desangrar a los animales en la carnicerías y también está prohibido mezclar la carne con la leche. Para cumplir con estos ritos existen restaurantes y tiendas de alimentación kasher.
Las fiestas tienen gran importancia para los hebreos y conservan una significación religiosa. El Rosh ha Shaná; o día de Año Nuevo, cae en otoño, la sinagoga se viste de blanco y se hace sonar el shofar. Es una fiesta alegre que contrasta con la de Yom Kipur, el día del Perdón. En ella se guarda un ayuno de veinticuatro horas y se pide perdón a Dios y a los hombres por las faltas cometidas.
Otras fiestas menores son las de Shavuot, o Pentecostés, en la que se lee la Torá y se medita la Ley, la de Shukot o Tabernáculos, en la que se conmemora la estancia de los hebreros en el Sinaí y la de Hanuká o de las Luces, que recuerda la purificación del Segundo Templo tras la victoria de los Macabeos. La de Purím o Suertes es una fiesta profana con ambiente festivo. Otra fiesta es la del Año Nuevo de los Árboles o Tu B’Shevat, que se celebra el 15 de Shevat (aproximadamente febrero) y que marca el comienzo de la Primavera en Eretz Israel, cuando florecen los árboles frutales.
Pero la fiesta más importante para los judíos es sin duda la de Pesah o Pascua. En ella tiene lugar la celebración del Séder o cena pascual en la que se come el cordero, las hierbas amargas y el pan ácimo. Se recuerda en ella la salida de los hebreos de Egipto mandados por Moisés.
Los sefardíes, descendientes hoy de aquellos judíos expulsados por los Reyes Católicos, conservan como un tesoro su idioma castellano, sus viejas tradiciones y los cantos y bailes transmitidos en la Diáspora. Los viejos romances judeo-españoles, las tradiciones sefardíes, se han visto enriquecidos por las músicas y costumbres de los países que les acogieron. Todo ello forma el sustrato único e irrenunciable de la cultura sefardí.

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